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una vez
comíamos en la calle bajo los cúmulos de edificios desiertos
una brecha se
abrió y adentro vimos
cabezas extraterrestres
del espacio, incrustadas en los muros
sus
llamaradas de fuego en los ojos planos de extraterrestres
y visiones
de tigres dibujadas entre brillos en la distancia vacía
pasos puros
de la verticalidad
voces
exageradamente intensas
aún es
pronto para vinear la calle
y vomitar
los restos del hielo estomacal,
tras las
jornadas del hábito
más me creo
los huesos solos y abiertos como tumbas
su golpeteo
el tumbado
encuentro del sol con su estricto mutar
gato sopla hoja
de una flor enruinas
para abrir
la puerta
fecha de la muerte
de Kafka en la memoria de la llave
ciudades del siglo XXI y sus leyes de retornancia
en un sueño vienen creciendo mamíferos
habitaciones
rellenas de seres no deseados
cuerpos brevísimos
de móvil visión:
de la basura
al frigo, del vertedero a la mesa
objetiva
precariedad de la clase media a la espera de la expulsión
de la
enemistad forzada con la casera del piso sin pagar
de la piel
picada, enferma de amargura
disputas del
hambre
te atreves a
decirlo y se corre el rumor
mente
cobarde, cuerpo avejentado
muerde tu
tierra, arráncate a bailar
la cumbia
porteña
te espera
-lado de allá
del pacífico, qué esperas-
(como este
classic rock de un bar cubano, la calle huertas
donde a
estas horas se empieza a oler el ron y la buena hierba
que no puedo
pagar
pasa un
hombre, una botella de bacardí bajo
el brazo
la calle
huertas se llena de rubias cabezas
un señor
gordo mira beber por la ventana y fuma)
eh! desgarros
de la pintura ancestral
visiones
extraterrestres
enfrente de
casa un hombre atraca la gasolinera y grita: viva Cuba!
enfrente de
casa un hombre atraca la gasolinera: botella de ron bajo el brazo
así,
quemaduras del alcohol barato
para
desentrañar los muros de este acá invernal
islas
aparte, recuperemos el mar y sus
carreteras,
su polvo
así, alguien
sacó medio cuerpo por la ventana
que daba a
un parking gigante
escupió, la
saliva tardó en chocar contra el primer toldo que sencontró
fumó su
cigarro estéril, la ceniza flotó
y eso fue
mucho
pero ahora
queda el vertido hamletiano:
el hueso de
deci-dir
pero dí, dí,
venga
dí
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